LO QUE IMPORTA ES VIVIR EL EVANGELIO
DE JESUCRISTO.
Aprendí
la sabiduría sin malicia, reparto sin envidia, y no me guardo sus riquezas.
Porque es un tesoro inagotable para los hombres: los que lo adquieren se atraen
la amistad de Dios, porque el don de su enseñanza los recomienda. (Sb 7, 13-14)
El relato evangélico:
En
aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus
discípulos: «Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a
entregar en manos de los hombres.» Pero ellos no entendían este lenguaje; les
resultaba tan oscuro que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle
sobre el asunto. (Lucas 9,43b-45)
El
Ministerio de Jesús está dividido en dos: desde su bautismo hasta Mateo 16, 16;
Mc 8, 31; Lucas 9,44 y Jn 6) Después de esto viene la segunda etapa, Jesús se
dedica a formar a los discípulos. En la primera etapa Jesús, predica con poder,
hace milagros y exorcismos, su fama se extiende por toda la región. Pero,
Jesús, descubre que entre la gente hay muchos espías que vienen de Jerusalén,
toman nota, le hacen preguntas capciosas para ponerle trampas para tener de que
acusarlo.
Por
otro lado la gente lo buscan por ver lo hacer sus milagros, pero, realmente no creen en él. Después de la
multiplicación de los panes que quieren proclamarlo rey, Jesús les dice. “Yo sé
porqué me siguen, les he dado de comer, le he hecho sus milagros, los he sanado
y liberado. Luego les dice lo esencial de su Evangelio: «Yo soy el pan de la
vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca
sed. (Jn 6, 35) Palabras muy duras y muchos lo abandonan.
Ante
lo anterior Jesús saca una conclusión: “Me van a matar”. Y toma la decisión,
formar a los doce, para cuando a él lo quiten, ellos continúen su obra en favor
de toda la humanidad. Y les dice: Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a
sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los
ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al
tercer día. (Mt 16, 21) Ellos, los doce, no entendía y tenían miedo
preguntarle. Y tenían miedo seguirlo.
Jesús
en su vida pública tuvo momentos de gloria, de alabanza, de seguimiento, pero
también, de críticas, acusaciones y abandono, muchos lo dejaron, y así se cumple
las palabras de Juan: “Vino a los suyos, pero estos lo rechazaron” (cf Jn 1,
11- 12) Jesús no engaña, no manipula, a nadie obliga, todo es un “si tú quieres”.
Por eso dice a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?» Responde Pedro
en nombre de los doce: ¿A dónde iríamos? “Sólo tú tienes palabras de vida
eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”. (Jn 6, 67-
69)
Al
final de sus días, uno lo entrega y todos lo abandonan, menos el discípulo
amado que permaneció hasta el final. La razón la encontramos en Jeremías: “Nada
más falso y enfermo que el corazón, ¿quién lo entenderá? Yo, el Señor, penetro
el corazón, sondeo las entrañas; para dar al hombre según su conducta, según el
fruto de sus acciones”. (Jr 17, 9-10) Jesús conoce el corazón de los
hombres y descubre sus intenciones, y por eso puede decirles: “Sepulcros
blanqueados”. ¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que
también por fuera quede pura! «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas,
pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos,
pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así
también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro
estáis llenos de hipocresía y de iniquidad. (Mt 23, 26- 28) Jesús es Dios y
como dice el profeta: «No mires su apariencia ni su gran estatura, pues yo le
he descartado. La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el
hombre mira las apariencias, pero Yahveh mira el corazón.» (1 de Sm 16, 7)
Entonces
los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en
alguna palabra. Y le envían sus discípulos, junto con los herodianos, a
decirle: «Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con
franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las
personas. Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo al César o no?»
(Mt 22, 15- 17) Sus palabras eran bellas y veraces pero, sus intenciones eran
torcidas y malas, quisieron ponerlo a prueba. Quería quitarlo de en medio por
envidia y por odio. Esto desde el principio del Ministerio de Jesús, pero le
tenían miedo a la gente que tenían a Jesús como un profeta, pero, aprovecharon
la oportunidad, mucha gente desilusionada por las palabras de Jesús, lo había
abandonado. Los señores delTemplo, los escribas y fariseos arremeten contra
Jesús, lo ponen preso y luego le dan muerte por medio de gente malvada, los
romanos.
Conclusión:
¿Nosotros,
porque seguimos a Jesús? ¿Somos fieles a Jesús, en las buenas y en las malas? ¿Somos
fieles a su Evangelio o hemos encontrado otro evangelio? Un evangelio cómodo, a
nuestra medida. ¿A dónde iríamos sin Jesús? ¿Dónde podemos encontrar la paz, el
amor y la justicia sin el Señor? ¿Cómo podemos llenar los vacíos de nuestro
corazón sin la Gracia de Cristo? No
confundamos el Evangelio con una Ideología. El Evangelio es Vida, es Luz, es
Poder, es Amor, es Buena Nueva. Por esta razón Pablo nos dice:
Lo
que importa es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo,
para que tanto si voy a veros como si estoy ausente, oiga de vosotros que os
mantenéis firmes en un mismo espíritu y lucháis acordes por la fe del
Evangelio, sin dejaros intimidar en nada por los adversarios, lo cual es para
ellos señal de perdición, y para vosotros de salvación. Todo esto viene de
Dios. (Flp 1, 27- 28)
Después
de formar a los Doce, etapa en la que no dejó de predicar y hacer Milagros,
pero no con la misma intensidad del principio, Jesús, se inclina hacia los
menos favorecidos, como una enseñanza para sus Apóstoles, de entonces y de
todos los tiempos: Se identifica con los pobres, los enfermos, los extranjeros,
los presos; por los que no tiene casa, por los que tienen hambre y sed de
comida y de justicia, los que se encuentran desnudos, por los pobres de cultura
y por los miserables. Se identifica con ellos, y hasta dice: Lo que le hicieron
a uno de ellos, a mí me lo hicieron (Mt 25, 36- 40) Después de esto, Jesús está
listo para ofrecerse como víctima viva, santa y agradable a Dios en favor de
los hombres.
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